No sé por dónde ir,
por qué camino. Si es que hay un camino. O varios. Tengo la clásica tarde tonta
en la que no te apetece nada, una tarde del Rajastán. Y que te apetece todo. Le
daría un beso a esa chica del otro lado de la calle. Pero no lo entendería. O a
lo mejor sí. Y no sé qué es peor. También tengo que decidir si estudiar o
trabajar. Bueno, trabajar ya trabajo. Por eso estoy sentado en la escalera de
este mercado, porque trabajar cansa. Estudiar cansa, también. Soñar no cansa
nada. Yo sueño con todos los sueños que hay, a toda velocidad y sin pensar.
Sueño con irme, con quedarme, con tener un trabajo de mierda de 10 horas y
tener hijos y darles pan y que crezcan y que trabajen 10 horas de mierda y que
tengan hijos y les den pan. Y a la vez sueño con nada de eso. No sé por qué
tengo que estudiar, la verdad. Dicen que es bueno. Pero no sé para quién es
bueno. Me lo dijo ayer una amiga de mi madre. Bien, no me dijo eso, me dijo la
típica frase que te quedas con cara de tonto por no poner a tu madre en un
compromiso: ¡cómo has crecido,
Viswanathan! Claro, no voy a menguar, lela, tengo 12 años, joder. Pero te
callas. Por la paz social. La gente con tal de hablar suelta cada cosa que
acojona. Como cuando mi madre dice que tengo 12 años para 13. Hombre, madre, no
voy a tener 12 para 36. Sería un caso insólito. Aunque igual los tengo. Eso de
que se es más listo conforme se crece no lo tengo yo claro. Yo con 7 años me
sentía imbatible. Ahora estoy más confundido. Pero sé que pasará. Siempre lo
hace. Es solo cansancio. Y falta de sueño. Y de sueños. Los que sí que están
confundidos son esos y esas occidentales que vienen en manadas a no sé muy bien
qué del espíritu y la armonía y se vuelven llenos y llenas de sandalias y
flores en el pelo y cintas de Ravi Shankar y alguna clase de conjunción astral
o no sé qué. Como si aquí entregaran packs de soluciones. Yo no sé si es que en
sus pueblos no tienen amaneceres y silencio y vacas y ríos y eso o qué les pasa.
Bueno, no soy quien para decir nada. Yo también me iría de aquí a veces. Pero,
por mucho que viajes, no te acabas de mover de tu sitio. De esta escalera, por
ejemplo. Esa chica es muy guapa. Pero, con estas sandalias, si cruzo la calle
hasta ella me mojaré. Y si me cojo un catarro no podré venir mañana a trabajar.
Y mi madre se pondrá triste, porque mis hermanos pequeños aún no pueden
trabajar. Y tenemos que comer. Porque si no comes eso de buscar la armonía
universal no se puede, tienes otros problemas más serios. El nihilismo ese está
muy bien. Pero yo no tengo tiempo para pensar en eso. Eso son cosas de ricos
confundidos con cargo de conciencia, que es mejor que no tenerlo, no digo que
no. Pero tampoco que sí. Yo solo tengo tiempo para trabajar y para soñar con
qué camino coger. Si es que hay algún camino. Seguro que sí.
Hay un atardecer
precioso.
Esa chica es muy
guapa.
Tengo 12 años.
El futuro es mío.
Es solo un poco de
cansancio.
Ya pasará.
¡Feliz año!
Voy a cruzar la
calle.