- ¿Ves algo?
-
Ni pijo.
-
¿Ni un solo vasco?
-
Ni un solo vasco.
-
30 años aquí arriba y nada.
-
Y nada.
-
¿Estamos habladores hoy, eh?
-
Tengo nostalgia.
-
¿De qué?
-
De cuando esto era un erial y no
tanto pisito y tanto carril bici y tanta mierda.
-
No es de eso, es de cuando eras
joven.
-
Ya no subo las escaleras como
antes. Si al menos nos dejasen salir a la calle.
-
Hasta los 65, nada. Lo ponía claro
en el contrato.
-
Para cuando salgamos igual ni mear
en la calle se puede ya.
-
Hombre, no jodas.
-
¿Qué has hecho de comer hoy?
-
Lasaña.
-
Me sale por las orejas.
-
No me ha dao tiempo a quitarle las
plumas a la paloma que cazamos ayer.
-
Si al menos nos trajeran algún
periódico.
-
No. Recuerda que el que lee lo
mismo se forma una opinión.
-
Si yo no es por la opinión, es
leer qué veríamos en la tele si tuviésemos tele.
-
Mira ese jambo.
-
Hostia, se ha comprao bici nueva y
el equipo completo a juego.
-
Esa bici igual cuesta 600 pesetas.
-
O 1.000.
-
No jodas.
-
Ya te digo.
-
Está hablando por un
walkie-talkie.
-
Estará hablando con aquella de allá,
la del chándal impoluto.
-
¡¡¡Rubia!!!
-
Pero si no te oye, bobo.
-
Ya, por eso grito. Ya sabes que no
soy de esos.
-
Y es pelirroja.
-
Son mechas.
-
Cómo se llamará…
-
Martina.
-
Teodosia.
-
María.
-
Raquel.
-
¿Ni un vasco?
-
Ni un vasco.
-
¿Lo apunto yo en el parte?
-
Haz favor. Y ponles en la nota que
nos hace falta pan rallao y jabón de trozo.
-
Y mantequilla.
-
Y mantequilla.
-
¿Me quieres?
-
Que siiiiii.
-
Ni un vasco.
-
Ni un vasco. ¡Y que se acuerden
del catalejo nuevo!
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