miércoles, 15 de febrero de 2012

‘Minijaus’


Vale, soy una ‘minijaus’. Para que haya grandes, tiene que haber minis. Eso sí, me gusta que la gente me respete. Por eso el dueño se quita los zapatos antes de entrar. Mi dueño tiene un ‘minijob’. Antes debía de tener un ‘job’ del copón, porque vivía justo en la casa de detrás, que ustedes no ven porque el fotógrafo ha acercado el zoom para que se distinga esa mariposa que tengo dibujada en mi costado izquierdo. Debía de ser una casa de estas en las que todo funciona con un mando, que a su vez funciona con una pila que si se acaba la pila no funciona la casa ni nadie puede hacer nada. Es como lo del trabajo, que si se acaba la pila nadie puede hacer nada. Yo de estos temas sé poco porque todo lo que sé se queda dentro de estas cuatro paredes, tengo esa naturaleza. Mi abuela –la Catedral de León- me lo enseñó desde que yo era pequeña, una caseta de perro: “tú, bonita, oír, ver y callar”. Ella ha visto la de Dios, lógicamente. Yo también, no crean, aunque al tener menos capacidad a la fuerza conozco menos. Pero conozco bastante bien al dueño. Dice que está arrepentido de muchas de las cosas que hizo antes. Eso es normal, aunque la gente no lo reconozca, por orgullo. Mira las comisarías de policía. Yo tengo una amiga comisaría de policía que ahora es una droguería y está mucho más contenta. Mi dueño cuenta que explotaba a la gente. Todo legal, por supuesto. Luego le explotó no sé qué del precio del aluminio en la cara y ahora su antigua casa debe de ser un banco o una caja. En mi cuadrilla de pequeña teníamos una oficina de una caja y no se le podía dirigir la palabra, qué ínfulas. No sé, yo, al no tener muchas aspiraciones, voy bien. Creo que son 400 euros al mes lo que gana. Duerme de pie, encajando la cabeza en el techo. Que así hace mejor la digestión y no sé qué. Me cuida bien, lo tiene todo muy ordenado. Las casas de delante me joden un poco las vistas, pero así va el mundo: dividido entre ‘jobazos’, ‘jobs’ normales, ‘minijobs’ y ‘jobs’ asquerosos. Hay personas que no saltan de uno a otro jamás. Deberían, sobre todo del primero al último. Luego están los que no han trabajado nunca.
Yo no tengo nada contra mi dueño, pero supongo que mucha gente sí. Si le sirve de algo…
Hace frío.
La mariposa la hizo su hijo.
Le ve poco.
Ya pasará.
O no.
En el otro lado tengo una ventana.
A la tarde, entra el sol.